Halosenniemi en español

Halosenniemi - La casa del pintor Pekka Halonen

Pekka Halonen es uno de los maestros del arte finlandés. Nació en 1865, el mismo año que el compositor Sibelius y el pintor Akseli Gallen-Kallela. Su padre era granjero, pero también pintor de iglesias y de él aprendió Pekka, acompañándole en sus viajes de trabajo. Posteriormente estudió en Helsinki, en la Escuela de Artes de la Asociación de Artistas Finlandeses. Su talento no pasó desapercibido y obtuvo una beca con la que completó su formación en París y Florencia. En 1900 participó en la Exposición Mundial de París, donde ganó el segundo premio.

En uno de sus viajes a Carelia, a la búsqueda de material paisajístico para sus cuadros, conoció a su esposa, Maija Mäkinen, con la que se casó en 1895. Maija era una mujer de gran talento, políglota y diligente, a ella se debe la traducción al finlandés de numerosas obras de la literatura escandinava, alemana e italiana.

El pintor y su esposa vivieron en diferentes lugares en Carelia, Savo y Helsinki antes de mudarse a Tuusula en 1898. A comienzos de siglo, en esta zona a orillas del lago de Tuusula residían conocidos artistas, escritores y científicos.

Los Halonen vivieron primero en diversas granjas cerca del lago, hasta que en uno de sus viajes buscando paisajes, Pekka Halonen encontró en esta península estrecha y rocosa el lugar ideal para su casa. Halosenniemi fue diseñada por él mismo y su hermano Antti fue el constructor, con la ayuda de otros familiares. El trabajo se inició en 1900 y la casa quedó lista en 1902. En primer lugar se construyó la sauna, siguiendo la tradición, y ésta fue la residencia de la familia durante la construcción de la vivienda. Halonen fue extremadamente cuidadoso con todo lo relativo a la casa, comenzando por el material, los largos troncos de pino traídos expresamente desde el centro de Finlandia. La casa-estudio sigue modelos precedentes, como la de Emil Wikström en Sääksmäki o la de Gallen-Kallela en Ruovesi, a la orilla del agua y distante de poblaciones.

El artista prestó gran interés a los detalles embellecedores de una casa cómoda pero austera, casi espartana, que, finalmente, resultó "demasiado bella" en su opinión. Buenos ejemplos son las puertas de hornos y chimeneas, diseñados por él y realizados por su primo Arttu Halonen. En cada habitación el tema elegido depende del uso de la misma y dan en conjunto una imagen cálida, hogareña y acogedora de la casa.

La vivienda tiene cocina y siete habitaciones, y, en medio de éstas, se alza el estudio, con la altura de dos pisos. El estudio fue lugar de trabajo del prolífico artista y sala de estar de la familia y de la comunidad artística de Tuusula. Música, literatura, arte, vida y política se daban cita en Halosenniemi. Con frecuencia Maija Halonen tocaba el piano mientras su marido pintaba, en ocasiones los conciertos eran a cuatro manos, con Aino Sibelius, o contaban con la participación de Heikki Halonen, hermano del pintor y uno de los mejores violinistas de la época. Por su parte, Pekka era un virtuoso del kantele, el instrumento musical finlandés.

Las habitaciones rodean al estudio por tres lados. En la planta baja se sitúan, además del estudio, el rincón de lectura, la habitación de los invitados, la cocina y el comedor, entre estas últimas está la despensa y la trampilla del sótano.

Sobre el rincón de lectura, el dormitorio de la hija mayor, Anni. Con el paso de los años la familia creció, en total eran ocho hijos : Yrjö, Anni, Erkki, Antti, Maija, Elina, Sakari y Kaija. La habitación de los chicos está detrás del dormitorio de los padres, también en el piso superior. La última habitación de la planta alta estaba destinada al servicio.

Pekka y Maija Halonen vivieron aquí hasta su muerte, él murió a los 68 años, en 1933 y ella le sobrevivió once años. Ambos están enterrados en el viejo cementerio de Tuusula. El municipio de Tuusula compró Halosenniemi en 1949 para convertirla en museo.

Pekka Halonen enraizó excepcionalmente en este lugar, incluso artísticamente, aquí encontró los temas de su pintura: los paisajes de primavera e invierno, siempre cambiantes, mínimamente idealizados, caracterizan su estilo y dan identidad a la naturaleza finlandesa. Su amor por la naturaleza fue recompensado en el año 1966 con la decalaración de Halosenniemi como área natural protegida.